miércoles, 22 de octubre de 2003

Angst

Pienso en Daniel. Pienso en esa situación de nuevo, porque es la misma angustia.

Tiene la misma raíz.

Pienso en los besos en el Aquarium, en las miradas, en la mutua compañía, en la pelea, en no haberlo visto nada de nada el último marzo.

(¿Así es como terminan esas cosas? ¿Esos caramelitos?)

Me veo los ojos hinchados, inyectados en sangre, húmedos.

"Qué linda que estás," pienso.

Me maravillo del monstruo en el que me convierto cuando cargo con semejante tristeza.

Me veo los dientes amarillos, manchados de tanto cigarrillo.

(Muchas gracias, Cortese. Me dejaste un legado fantástico.)

Pienso, parezco un gorrión. La cara flaca, contraída. La nariz ganchuda. Las manos en la boca, cuidando que no se desborde el alma por ahí.

Parezco un gorrión muy feo.

Me acuerdo de haber llorado de la misma manera frente a Vero y Nacho.

Me duele que me hayan visto así. Que sepan que este monstruo -que es mi dolor- existe.

Que me convierte en este horror. En este agujero... en esta necesidad.

Me asusto mucho. Mucho.

Pienso, así no puedo salir a la calle.

Pienso, quiero un cigarrillo, pero tengo que ir a comprar...

Pienso, tengo clase en una hora y debería subirme al colectivo ya mismo.

Pienso, esto no puede estar pasando.

Esto no merece este llanto. Esta situación... ni se lo imagina. Yo no me lo imaginaría si estuviera en su lugar.

Esto no debería ser tan de esta manera.

Tan doloroso.

Tan estúpido.

Tan lo mismo de siempre.

Tan 'Estoy sola. Sola.'

(¿¡¿Sabés lo que significa 'sola'?!?)

Me miro al espejo de nuevo; se me hincha la boca en los lugares donde siempre me salen los herpes.

Los brotes de herpes son mi forma de somatizar...

Las llagas están ahí. Latentes, debajo de la piel.

Están esperando para salir, para hacerme acordar que también puedo ser un monstruo.

(Basta únicamente con que me sienta un poco como tal. Verás.)

No me verás.

No me verás nunca así.

No me verás, y no importa lo que viene después.

Pienso, necesito hacer algo.

Revivo todos los llantos en esta ducha.
Revivo todos los llantos en otras duchas.

Extraño los llantos a los gritos... quiero gritar - abro la boca y no sale nada.

Me acuerdo la sensación de bienestar que me causa irme un fin de semana a alguna otra provincia.

El viaje; con una muda de ropa, una clase de biodanza - bailar todo el día. Abrir. Llorar si es necesario.

Sin motivos, sin explicaciones. Sin cabeza.

Contención.

(De eso siempre hay en un viaje de fin de semana).

...La misma sensación de bienestar de las salidas de fin de semana al Dique, o a Areco.

Aire puro. Fresco. Fuego en el hogar... los labios secos a la mañana. Dormir en una habitación grande, mucha gente.

(Si mi amigo juan leyera esto, me acusaría de estar pegoteada con el pasado.

Verás, no es eso. Es que la historia se repite in eternum... las sensaciones son siempre las mismas.

De eso nunca te despegás, por más que trates.)

No sé bien por qué, pero presiento que ambos estados son, en definitiva, lo mismo.

sábado, 20 de septiembre de 2003

Quise tirarlo por la ventanilla del colectivo.

Sube un señor al colectivo.

Nunca supe muy bien si era cierto, pero aseguraba tener una enfermedad llamada "disfonía crónica", que le impedía hablar bien.

(En vez de eso, gritaba.)

Dijo que se atendía privadamente en el Hospital Italiano, pero que no tenía prepaga.

Que tomaba una medicación cada cuatro horas, y que se hacía controles médicos cada 72, para no perder la voz.

Que conoce lo que es el hambre, porque pasó hambre para poder seguir comprándose los medicamentos; que no lo toman en ningún trabajo por su discapacidad.

(Entonces trabaja de vendedor ambulante en colectivos. Y grita.)

Que somos todos unos giles, que tenemos una monedita para gastárnosla en el quiosco, en un chicle o en una cerveza, pero que no tenemos nada cuando se trata de ayudar al prójimo.

Que mirá a los europeos, que se mueren tres mil franceses y todos corren a ayudarlos. Que los argentinos no corremos por nadie.

Que la gente de Santa Fé no tiene una zapatilla para ponerse; que a ninguno de nosotros -giles que viajamos en colectivo a las nueve de las mañana de un sábado- nos importa lo que les está pasando.

Que no hay que dormir en el colectivo, que hay que ayudar. ¡Que hay que conocer el significado de la palabra "Solidaridad"!

...

Vendía agujas y/o mini encendedores Bic.

viernes, 19 de septiembre de 2003

Varias cosas interesantes.

1) cómo sería una fobia de escalones? que otros suban o bajen escaleras al mismo tiempo que yo - y que eso me de fobia. no poder utilizar un tramo de escalera a menos que esté completamente vacía.

todo eso, aplicado en pabellón III?

2) cruzarme con la maestra de tercer grado de mi hermano, y cuando doy vuelta la cabeza, que pase caminando una mina que estaba en mi secundario pero es un par de años mayor.

3) "Chau, cuidate" - con una mano en mi cintura, y mirando cómo me voy caminando.
ref. a Hugh Grant en Cuatro Bodas y un Funeral; las cosas que no decimos o no hacemos, incluso cuando nos dan la pauta y dejan (remarcan) el espacio y el momento perfecto.

viernes, 5 de septiembre de 2003

Ensayo: la rutina/no-rutina - Cap I de qué cosa????

Capítulo I: La No-Rutina.



Conmigo la rutina no existe.

Nunca me levanto a la misma hora dos mañanas seguidas. Nunca desayuno lo mismo (si bien tengo algunos combos favoritos predeterminados), nunca de la misma manera: a veces parada, a veces sentada, a veces todavía medio acostada en la cama, en la cocina, en el pasillo, en el baño, caminando por toda la casa.

Nunca me visto de la misma manera, nunca estoy del mismo humor.

Cuidado: mi caso no es el de cierto grupo de personas que jamás se cuidan de cumplir con compromisos previos, o de regar una planta una vez por mes para que no se les muera, o de sacar a pasear al perro para que no haga sus necesidades adentro.

Lo mío no es inconstancia. Mi no-rutinaria vida no afecta las rutinarias vidas de los otros.

Que se entienda.

Además, este grupo de personas que además suelen ufanarse de sus no-rutinas, en realidad *tienen* una rutina: la de nunca asistir a compromisos fijados con anterioridad, jamás regar las plantas, nunca sacar a pasear al perro.

...

Bueno, es cierto que pocos podrían comprender para qué tienen un perro si lo van a tratar de esa manera.

Lo mismo con la planta, lo mismo con las relaciones con los otros; con quienes se dedican a establecer compromisos con cierta anticipación, con el expreso fin de no cumplirlos luego.

No me incumbe dilucidar estos misterios; si bien creo que se trata, justamente, de una rutina perfectamente intencionada y hasta masterizada, que muestran al público general para que éste piense en lo volados y copados que deben ser. En la vida tan interesante que deben llevar, que no se acuerdan ni de pasear al perro, porque están tan ocupados...

Volviendo al tema que me compete, tampoco es algo que uno diga “qué maravilloso!”.

No porque no lo sea de por si, sino porque nadie soporta la falta de una rutina; y si bien yo vivo feliz con la mía -mi falta-, la gente tiende a sentirse amenazada o confundida cuando no sabe a qué hora me puede llegar a encontrar en casa, o si resulta que llaman por teléfono a las dos de la tarde y yo recién acabo de acostarme a dormir luego de tres días de vigilia.

(Y les atiendo con una sonrisa en la voz, cosa que no logran comprender ni un poco.)


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continuaré...

1ra. revisión: Friday, Sept. 05, 2003, 22:21 hs.

lunes, 1 de septiembre de 2003

Desde afuera

Observo desde afuera.

Lo ayudan a subir a la vereda; porque es ciego.
Él pregunta por una dirección.
Entonces, a dúo, le señalan hacia la izquierda.

martes, 26 de agosto de 2003

De-volver

Las lagunas en las conversaciones (aún lagunas llenas de palabras) son una de las cosas más tristes que puede haber.

Es como hacer de cuenta que estás, cuando en realidad te fuiste.

Es decir, todos se fueron.

Me quedaba un último vínculo vivo, pero resultó ser de plástico, también.

Yo lo único que pretendía era no asfixiarlo... pero el plástico no respira, así que todos mis intentos eran en vano.

No quería asfixiarlo, ni quería correrme como siempre; tanto que después nos adormezcamos y ya no me quede nada de nada de nada que decir ni hacer...

(No creía que se lo mereciera, como tampoco se lo merecieron todos.)

(Después me corrí y acá estoy.)

Con nada - no tener - no está bien porque no es feliz.

No se puede ser feliz mientras se duerme.

Si se duerme, no se está despierto, no? Y si no se está despierto, lo que los sentidos capten será solo una ilusión. No?

Solamente la idea de que los sentidos captan.

No la captación en si.

No lo captado.

No es sentir con tus sentidos; es soñar que sentís, y no necesariamente el sueño es algo hermoso.

No siempre, quiero decir.

Los sueños están bien para algunas cosas... el adormecimiento se me antoja falsedad en cinemascope.

Prefiero que pinche, que duela, que corte, antes que anestesiarme para toda la vida y perderme de la adrenalina.

Quiero relaciones vivas.

Quiero excitación.

Quiero movimiento.

Quiero mariposas en el estómago cuando suena el teléfono; quiero que los minutos perdidos sean minutos ganados hacia el momento del choque entre el encuentro y yo.

Quiero que lo que escribo sea menos cursi, menos barato, menos estúpido.

Quiero escribir.

(Punto.)

Tengo miedo en algún lugar, porque me estoy empezando a enojar con aquellos todos y con los otros todos, y el enojo es miedo... el enojo siempre es miedo...

Basta de juicios, basta de ideas, basta de todo.

Quizás adormecerme sea la respuesta.

Quizás no tengo coraje para gritar en voz alta que me quiero despertar, que quiero que se despierten, porque tengo miedo de que esta teoría sea solamente una teoría (tengo miedo porque casi seguro que es así), y que si grito -de nuevo- no pase nada -de nuevo-, y que tenga que aceptar que ya no sé, no sé que pasa no sé qué o para qué y que espero que se acabe que me salven que me cuiden que me acepten que me rieguen porque quiero vivir pero no quiero tener que elegir constantemente entre lo que está bien y lo que está mal porque esto me tocó y juego el juego que me asusta y que apesta y buena suerte en todo lo que hagas que seguro que te va a ir bien porque te quiero y prefiero el rol de mártir mesias que el rol de la que hace produce genera productos tangibles con significados color púrpura que son mucho más que las ideas que se vierten desde mi cabeza por mi oreja hasta tu boca.

domingo, 24 de agosto de 2003

Sus musas

Ayer, sábado 23, cumpleaños de Mingo, noche.

Lola dormita sobre la cama.

Andrea y Mingo, tirados al lado de ella, charlan.

Andrea le pregunta a Mingo por su relación con Terpsícore.

Lola tiene los ojos cerrados; está en estado de sopor, pero aún despierta.

(Como cuando quisieras poder dormir, pero hay ruidos y gente, y tampoco corresponde, y tenés cosas que hacer; y desearías poder volver a abrirlos, pero están tan pesados que mejor dejarlos como están porunratitomás...)

Mingo le contesta a Andrea acerca de su relación con Terpsícore.

Andrea le pregunta a Mingo por su relación con Calíope.

Mingo contesta que se hablan por teléfono? Que nada? Que ahí?

(Calíope no estaba en Purmamarca Norte? Sacando fotos? Por dos meses?)

Andrea le pregunta a Mingo acerca de '...'.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

Breves movimientos sobre el colchón.

La cabeza de Lola yace apoyada sobre el hombro de Andrea. Andrea se estremece - Lola lo percibe.

Mingo le contesta a Andrea que es una amiga. Que todo bien. Que lo tienta, pero que NO.

Andrea vuelve a preguntar: "No?"

Mingo contesta: "No."

Lola está de mal humor, hoy.

Hoy, domingo 24, día de elecciones.

martes, 19 de agosto de 2003

Inaugurando

ejercicio m. Acción y efecto de ejercer un oficio u ocuparse de una cosa. 2 Paseo o esfuerzo corporal para conservación o mejora de la salud. 3 Cada una de las pruebas que se realizan para obtener un grado académico o ganar una oposición.

Un diario para ensayos.

El proverbial ejercicio de la escritura para ser leída, como bien apuntó mi buen amigo Juan...

El ejercicio de la escritura como modo de crecimiento personal. Por el bien de la salud...

...Un ejercicio.